Estaba en la discoteca bailado, quería conocer a alguien para divertirme, estube un buen rato solo, bailando, viendo cada una de las chicas del lugar, pero ninguna me llamaba la atención… De pronto, cuando fui a la barra para pedir un trago, me percate de una chica rubia, de piel pálida que estaba sentada, bebiendo de un vaso casi vacío.
- Hola. – Le dije, ella me miro, tenía ojos raros, ellos me hipnotizaban, luego volvió a mirar el vaso. Lo tenia entre sus manos mientras lo hacia jugar de un lado al otro.
- Yo invito, quieres? – Le pregunte.
Aunque fue en vano decir algo, me dirigí al barman y le indique que sirviera dos tragos, uno para la dama a mi lado y otro para mí.
- Es para ti. – Mientras el hombre servía los tragos le dije a la mujer extraña.
- Eso oí. – Dijo al fin, su voz era tan angelical como lo era su rostro.
Dejó su vaso a un costado y comenzó a beber el que le habían servido.
- Cómo te llamas? – Me preguntó.
- David, y tu?- Quería saber el nombre de tan bella criatura.
- Acaso importa? – Me dijo, parecía que me quedaría con la duda.
- Quieres bailar? – Le pregunté. Solo habían pasado unos pocos minutos y ella seguía igual de callada. – Qué ocurre? Estas bien?.
- Si… pero no me gusta aquí. – Dijo casi murmurando.
- Y… entonces… porque has venido? –
- Te estaba esperando, vine por ti. - Me miró cuando termino la frase.
No se podría decir que yo era un tipo apuesto, ni mucho menos de esos que siempre tienen chicas a su alrededor, pero en verdad me sorprendió la respuesta de la mujer.
- A … a mi? Cómo dices? –
- Sabía que vendrías, pero me has hecho esperar demasiado. –
Le diría eso a todos los hombres que ella conocía al azar o en verdad me esperaba?
- Perdona, nos conocemos de algún lado? –
- No, pero sabía que vendrías. – La mire incrédulo, ella me miro directo a los ojos, seguido de esto se levanto de su asiento y dijo – Nos vamos? –
- A dónde ? – Este asunto me estaba inquietando demasiado.
- Vienes o no? – Volvió a decir.
Luego de pensar por un instante la seguí. Ella traía un hermoso vestido negro que dejaban ver sus largas piernas. Debo admitir que mientras iba saliendo del lugar pude escuchar a algunas de las personas que estaban allí murmurando lo que veían, a mí salir con esa chica.
- Me quieres decir a dónde estamos yendo? – Ya estábamos en la calle, no había mucha gente, pero no era común ver a alguien con tal belleza caminando, por lo cual todos los que pasaban a su lado la miraban de una manera tan... tan… especial.
- Linda noche para morir, verdad? – A cada segundo que pasaba con ella me convencía de que era peligrosa. Pero no me interesaba, era demasiado hermosa para dejarla ir.
- - Como dices? – Le pregunté… - Dime como te llamas! – Le dije luego.
- Alguna vez haz matado a un ser vivo, David? – Su tono de voz era muy dulce, y no me dejaba pensar en respuestas lógicas.
- No, creo que no.- Le afirmé.
- Ni siquiera un insecto, David? – Preguntó muy seriamente.
- Bueno, eso si, los mosquitos son asquerosos y odio cualquier insecto.- Respondí entre risas.
- Por qué confías en mí? – Pasamos de un tema al otro, ella era interesante y misteriosa.
- Porque eres linda. – Le respondí intentando ser lo mas caballero posible, pero luego de pensar un segundo me di cuenta de que la respuesta era superficial.
- Enserio lo crees? – Preguntó, su tono era monótono.
Si, por supuesto. –
Estábamos llegando a un callejón, luego de allí no había más salidas.
- Ni siquiera sabes mi nombre, ni quien soy… Y haz venido conmigo. – Se quedó en silencio por un momento, luego continuo diciendo – No comprendo porque los hombres son tan vulnerables a una cara y a un cuerpo bonito, llego a pensar que son más superficiales que las mujeres. –
En ese momento quise poder borrar mi respuesta anterior, pero ella tenia razón, no sabia quien era, no sabia con quien me había ido. No era un adolescente, pero igual debía cuidarme, y ella tenía razón, no quedaba lugar a dudas.
Siguió hablando, pero cada vez más rápido y no podía entender mucho de lo que decía. De pronto me empujó contra la pared.
- Crees que es divertido matar para vivir? – Me quede sorprendido, de seguro que había dicho algo mientras no podía escucharla.
- Te pagaron para matarme? – Fue lo único que atine a decir. Rápido analice todas las personas que tendrían un motivo para quererme muerto, pero no podía adivinar quien seria.
- Aun confías en mí? – Me volvió a preguntar.
Dudé en responderle, pero finalmente, no se como le dije que si.
- No puedo creerlo! Sabes tan bien como yo que soy peligrosa, y aun así no te marchas.- Ella parecía estar muy alterada, pero siempre conservando esa vos tentadora.
- Cómo te llamas? – Le pregunté, dejando atrás todo lo que había dicho ella.
- Cierra los ojos. – Me ordenó. – No pienses. –
- Quiero saber tu nombre! – Le dije
- No hables. – Gruñó. – Cierra los ojos de una maldita vez! – Gruñó.
Me había puesto nervioso, me quería largar de allí pero ya era demasiado tarde. Hice lo que ella me dijo, cerré mis ojos. No podía pensar, no sabia si hacia lo correcto o no.
- Muy bien, ahora escúchame con mucho cuidado. – Dijo. – No harás nada, no abrirás tus ojos, no hablarás, ni pensarás, comprendido? - Asentí con la cabeza.
- Mi nombre es… - Titubeó en decirlo, pero al final terminó la frase. – Mi nombre es… Tania.-
Seguido de su voz no oí nada mas, vi como la vida transcurría, y como mi cuerpo quedaba inmóvil en el suelo del callejón.
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